Lo difícil es estar en medio
Es fácil y muy común estar a favor o en contra de lo que sea (las manifestaciones violentas, la refinería, la globalización, el aborto). Es fácil porque no cuestionas, este “modo” funciona en piloto automático, ni siquiera tenemos que hacer un gran esfuerzo en interpretar cualquier cosa que pase en algo que se alinee a nuestras creencias.
Si ese piloto llegara a fallar, estamos a una búsqueda en Google de distancia de encontrar argumentos que soporten nuestro punto de vista.
Por ejemplo, si buscas términos tan específicos como “beneficios leche de almendras” leerás como la leche de almendras es buena porque baja los niveles de colesterol, es súper nutritiva, no involucra maltrato animal y reduce el calentamiento global, pero si buscas “daños leche de almendras” te impactarás al leer que un litro de leche de almendra no contiene más de 5 almendras, el resto es agua y azúcar, el como afecta los campos donde se siembra y a las abejas por el uso de pesticidas.
Ahora lleva esta situación a temas más serios como aborto, drogas, homosexualidad, gobiernos y racismo. No lo tienes que imaginar porque ya existe, y vivimos en esa singular situación.
En un mundo partido a la mitad, con cada parte segura de ser dueña de la verdad, tomando el camino más fácil (ese que te instala en una de esas partes y no te saca de ahí).
En esa vereda, te rodeas de personas que piensan igual que tú y sólo reafirman tus creencias. Lo difícil es estar en medio porque es complicado cuestionar nuestras creencias, voltear al otro lado y escuchar las suyas. Es complejo leer una noticia que atenta contra el político que tanto apoyas y, en lugar de descalificarla a ésta o al medio, poder pensar que tal vez tiene razón y ese político no es tan inocente como pensabas.
Cuando escribo esto tengo un objetivo: que la próxima vez que te sientas tan seguro de “algo”, te detengas a pensar que existe otro lado. Que los veas, te veas y te preguntes qué pasaría si por alguna falla estructural del cosmos tú estuvieras del lado equivocado. En lugar de estar en medio del tráfico, jugando al policía de tránsito que, con su silbato y señas, regaña a unos, deja pasar a otros y se ve metido en el caos, decidas alejarte un poquito de la acción y desde un balcón veas lo que sucede.
No se trata de estar siempre en medio. Muchas veces tú sí estás del lado correcto de la historia y tienes que defenderlo.
Se trata de reconocer a ese otro lugar, escucharlo y pensar que en esta ocasión puedes estar del lado equivocado y que esta realización se traduzca en darle el beneficio de la duda al lado contrario.
¿Cómo lograr esto? Tienes que salirte de tu burbuja y gracias a las redes sociales e internet hacerlo es sencillo, sólo tienes que empezar a seguir a personas que piensan diferente a ti y leer medios antagonistas de tu punto de vista.
¿Odias a AMLO? Sigue a Martí Batres en Twitter y lee Aristegui Noticias.
¿Amas a AMLO? Sigue a Carlos Loret y lee Reforma. Yo ya lo hice y el resultado me sorprende todos los días.
En mi caso, empecé a seguir personas en Twitter y leer medios afines a Donald Trump. Hice esto, creo yo, por desesperación, en mi cabeza no entendía cómo alguien en su sano juicio podía aprobarlo y a sus políticas. Al mismo tiempo veía cómo 4 de cada 10 estadounidenses lo apoyan (casi) incondicionalmente. ¿Son racistas e ignorantes 4 de cada 10 estadounidenses? Lo dudo, y para visualizar mis puntos ciegos empecé a seguir a personas como @BenShapiro y a leer el Wall Street Journal.
Gracias a esto vi el otro lado de la moneda, leí cómo algunos medios como NYT y Washington Post se han equivocado en su cobertura a Trump y cómo algunas de las propuestas de los Demócratas, aunque me sonaran padrísimas, no tienen fundamentos y pueden ser un fracaso.
Da cierta paz mental saber que no eres el dueño de la verdad que ezquizofrénicamente crítica a los que están en el lado erróneo. Tranquiliza saber que el otro 50% de la población no perdió la cabeza.
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